La Hembra del Sol.

- Si me queda el tiempo y yo, no ando derecho,
de lo que dejará tendré; lo que haya hecho…

- Si me queda el verso y tú, te marchas lejos,
no habrá vueltas a tu pecho en otros cuentos.

- Si me alumbro, si te enciendo, si me inmolo,
si te abrazo; si te ardo dentro, te doy fuegos…

‒ Mujer te incendio, te endiablo y quemo.

¡No hay dudas de ello!

‒ Dama del viento, vapor frenético, Musa de
hielo; luz que siniestros, astros mordieron.

- No me ilusionan tus castillos literales,
tú me trasnochas con poción para pensares,
solo pasión y desventura atraen desaires,
resignación y castañeadas tras debates;
manos sin voz y perdición por otros lares,
llamas te doy y tu me pagas ofuscándome…

“La hembra con don debe vestirse de combates,
de estima, albor, de condición; de aunque me
maten. De toda yo, de mi por ella y no en
apartes. De velo largo del color de quien
renace, de abril de mayo, de años bisiestos y
arte; de verde intenso y de razón para retarle.”

‒ Ni el calentón sirve a extinguir debilidades,
si del amor la vida adopta el gen cobarde…

Todos somos lo que nos queda hasta el
Calvario, nuestra edad contará solo nuestros
años. Y en la lista del pasado no habrá
cambios, si la verdad no deja actos realizados,
si al despegar el suelo queda aún mojado; pues
nuestros cielos no presagiaron chubascos.

‒ Si no me alumbro, nunca te apago, tus fuegos
mágicos; ni los acabo, mis malos ratos…

- Mujer te incendio, te endiablo y ardo, por
ti me inflamo; y bravo me amargo…

- Pues tú hembra no me apresa y niega en
balde; nuestro amor tiene su horario limitado.

‒ Luna de encantos, cierra tu diario.

- ¡Apaga y vámonos!

Picture courtesy of Leonarda Guinzburg by Daniel At Madeos